La última clase de la nación que no puede otorgar al Estado servicios tan distinguidos, los suple con los tributos, la industria y los trabajos corporales.”
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Sociedad Estamental
La última clase de la nación que no puede otorgar al Estado servicios tan distinguidos, los suple con los tributos, la industria y los trabajos corporales.”
El relieve de España
domingo, 20 de septiembre de 2009
Actividades sobre la Revolución Industrial
- Pon aprueba tus conocimientos sobre la Revolución Industrial en esta página interactiva:
Cada individuo intenta encontrar el medio más adecuado para invertir el capital del que puede disponer, lo que, sin duda, se propone todo el mundo en su propio interés [...].
Generalmente, nadie se interesa a priori por promover el interés público. Cuando se elige la industria doméstica extranjera sólo se piensa en la seguridad personal, y se desea sobre todo que el producto que se pone en la venta tenga un valor superior a todos los otros. Ciertamente, sólo piensa en los beneficios propios, pero a menudo estos negocios comportan mejoras sociales que el individuo no había previsto. Todo hombre, siempre que no viole las leyes de la justicia, tiene que ser perfectamente libre para elegir el medio que le parezca mejor para conseguir el ideal de vida que quiere, y sus intereses. Los productos que crea tienen que poder salir a competir con los de cualquier otro individuo [...]
Según el sistema de libertad de negocio, el soberano sólo tiene tres obligaciones principales por las cuales se debe preocupar: la primera es la de proteger a la sociedad de la violencia y de la invasión por parte de otras sociedades independientes; la segunda, proteger de la injusticia y de la opresión a un miembro de la República ante cualquier otro que también sea ciudadano, y establecer una justicia exacta entre sus pueblos; y la tercera, crear y mantener ciertas obras y establecimientos públicos, no para el interés de un particular, o de unos cuantos, sino en interés de toda la sociedad; y aunque las utilidades recompensen sobradamente los gastos del organismo general de la nación, no llegarían a satisfacer nunca esta recompensa si las hubiera hecho un particular.
A. Smith